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Años 60

Con ímpetu juvenil y conciencia artística bien definida irrumpe en Murcia el pintor gallego Manolo Ruibal, que ha sabido lanzarse de cara al juicio público cuando ya no estaba en la etapa de nebulosa, sino encajado en una posición que a mí, personalmente, me gusta mucho.
Es evidente en la primera impresión recibida de estos cuadros suyos, la sustancia de un colorido expresivo del ambiente de su tierra natal. En el señalado como el número 10, el único que no es figurativo ni afición a la figuración, hay algo así como declaración de fe de una paleta; es decir, que allí se desenvuelve su teoría cromática de la gama fría, donde la presencia en leve proporción del rojo, da medida y tono, confirmado la exposición en su totalidad de pinturas. Pero ya observa el contemplador como el predominio de verdes y azules, en modo alguno es signo de desmayos o dilicuerencias, porque todo dentro de su concepción moderna y fina, posee la virtud de una vida normalmente fisiológica. En los países trasunto de aquella vegetación húmeda, a veces transida de niebla, está presente el espíritu de esa proliferación de lo celta que es la España del noroeste.
Luego merece no menos atención la figura concebida a un canon de elegancia no afectada, donde la talla aventajada y la delgadez , traen a consideración mi recuerdo de Modigliani; pero en un recuerdo que no entraña servidumbre a la expresión enfermiza del liornés ya que eso cambia aquí en una suave estimación de belleza sana.
Ha además unos dibujos de graciosa fluidez unas veces y de firmes y seguro pulso en su esquemática sobriedad.

JOSE BALLESTER
Murcia 1969

Mi patria es mi imaginación

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